miércoles, 25 de enero de 2012

Pies descalzos

Carabiru, autora de unas grandes fotos, unas grandes historias y unas grandes tartas y postres, se ha propuesto hacer fotos este mes acerca de ella misma, anunciándolo como "Una pies descalzos"...esto solo ha sido un pretexto para que mi mente llame...las palabritas a la memoria, y me diga:
¿de que te suena los pies descalzos?
Y la reacción ha sido dolorosa, debo decirlo. 
Era 1997, yo me subía a bordo del vuelo de un fracaso anunciado, el día anterior a aquel viaje, llegó a mis manos una cinta de los antiguos cassettes, de "los pies descalzos" de shakira, quien para entonces era una colombiana que iba a los conciertos en vuelos comerciales, en clase turista, y cargada en sus hombros de una guitarra y una maleta en sus manos tomaba un taxi directo al escenario.  El taxista, que me contó esta historia, era el que llevaba cada mañana a una chica, que al empezar su trabajo en un aeropuerto a las 5 de la mañana se veía obligada a usarlo como chofer.  Ella fue quien me regalo la cinta y él quien me llevo en su taxi el día que volví de aquel viaje.  A los dos los conocí por separado y la coincidencia de la relación no la supe hasta varios años después.  Así, para mi, "pies descalzos" es el nombre de la banda sonora de un verano en Madrid. Es la banda sonora de una aventura de mochilas, de descubrimientos y de fracasos.  Que son las historias que "a lo mejor quiero ocultar" por no contar miserias, en el lugar de unas simpáticas coincidencias.
"Pies descalzos" es también el primer libro que compre con salario de delineante, cuando estudiante de arquitectura y con una vida totalmente plena de estudiante, me enganché a este texto de la aventura de mezclar el sentido social y la arquitectura. "Esto es lo mío", me dije, a la par que empecé a encontrar el sentido del azar que me llevo a escoger aquellos estudios.
Este es un post raro, a lo mejor es un escondite, es un acertijo en el que se halla oculto un mensaje de melancolía y aprendizaje a la vez, una sucesión de casualidades, como pillar hoy, esta frase: Pies descalzos, un ímpetu de imagen de libertad que muchas veces intento coartar.
No sé bien que quiero contar, y no sé bien que quiero ocultar.  Este es un post raro, a lo mejor tan raro como el ansia que siento ahora, intentando escudriñar en esta actualidad LIQUIDA, en la que lo único con la que se puede contar es con la incertidumbre,  de que camino apostar, la misma incertidumbre que sentí  hace más de 15 años.

jueves, 12 de enero de 2012

Mudando de PIEL

Lo que voy a contar no es un verso, ni quimera, es la realidad de ayer en la tarde-noche, a lo mejor es una fabula mía, pero como tal, es REAL.
He pasado varios días, casi desde que cambio el año, pensando, creyendo...convenciéndome, de que algo venía, algo terminaba, algo moría y algo estaba naciendo.  No tenía muy claro que pero como tantas otras veces he comentido el errror de querer encontrarlo, definirlo y catalogarlo.  De pronto una suerte de ataque de cordura me ha llevado a tratar de escuchar a mi interior.  
Intenté olvidar las categorías, la taxonomía y hacer un ejercicio de percepciones, intenté sentir y guiarme por mi intuición. El resultado: ayer cogí mi bicicleta, usé cualquier pretexto y salí de casa, dejé que el viento me atropellara y me encontré con el Mar.
Recordé que mi compañera, cuando le alejé de su mediterráneo, me pidió prometerme que le ayudaría a que vea el mar por lo menos una vez al año.  No le entendí mucho, entonces, pero se lo cumplí y con creces, porque subimos a océano.
Recordé que conozco un querido surfero, que ahora vive en Madrid, porque tiene alma cosmopolita y como no se atreve con el manzanares, cuando está aquí, "va a ver el mar"  
Recordé a Francisca, "la niña pancha" de LA TIGRA, cuando siente el llamado de la selva.
recordé que durante todo este tiempo de Mutación, una de los pesos mas grandes ha sido la ausencia de "mis montañas", el entorno que probablemente era el icono de mi territorialidad, es decir el suelo de mi identidad.
Pues ayer, quise, necesité, ver el mar, y con ello creo que me he graduado de AQUÍ, dejando un Allá, en el interior de mis experiencias.
No contento con eso, y sobre mi bicicleta, sentí que ese llamado que tenía dentro, era a todos mis sentidos.  Era una llamada del territorio a mis percepciones y una necesidad de probar mi pertenencia.  Estaba atardeciendo y pronto obscureció, justo en el momento en que al meterme en mi pequeña ruta, empece a sudar y aventurarme en medio de la penumbra de una noche de luna por los caminos del cabo, entre rocas, calas, algo de arena y un poco de  arbustos, sentí o me dejé llevar por los senderos, como intentando probar hasta donde llegaba mi percepción de la sinuosidad de cada sendero, de cada calita.
Cuando terminé, intacto, sin caídas y seguro de que era así porque hoy es ese mi camino, me detuve y quise grabar el sonido del mar, más que en un dispositivo, dentro mio, que creo que es el sonido que hoy llevo dentro.



Este creo que es uno de los post más íntimos que he hecho, sepan guardarlo o compartirlo, según su interior.